 
          How is it possible that two
        
        
          presidents, the Cuban
        
        
          Communist president, Fidel
        
        
          Castro, and the United States
        
        
          Republican president, Ronald Reagan,
        
        
          admired and honored the same man,
        
        
          José Martí? Well, that’s a story.
        
        
          ¿Cómo es posible que dos
        
        
          presidentes, uno comunista,
        
        
          Fidel Castro de Cuba y uno
        
        
          Republicano conservador,
        
        
          Ronald Reagan de E.U.,
        
        
          admiraran y homenajearan
        
        
          al mismo hombre, José Martí?
        
        
          Bueno, esa es una historia.
        
        
          José Mar tí was born in
        
        
          Havana, Cuba in 1853. His
        
        
          parents enrolled José in a
        
        
          progressive boy’s school
        
        
          where the headmaster be-
        
        
          lieved in teaching his stu-
        
        
          dents to care about justice
        
        
          and fairness for all, espe-
        
        
          cially the poor. José and his
        
        
          friends learned those lessons
        
        
          well. These teenagers were
        
        
          angered at Cuba’s system of
        
        
          slavery and a society based
        
        
          on classes of people that
        
        
          gave rights and privileges to
        
        
          the rich that the poor would
        
        
          never know.
        
        
          Cuba was a colony of
        
        
          Spain. Citizens of Spain were
        
        
          a mere 8 percent of Cuba’s
        
        
          population, but they owned
        
        
          a whopping 90 percent of
        
        
          its wealth—the land, the en-
        
        
          slaved Africans brought to
        
        
          work the plantations and the
        
        
          peasants that they worked
        
        
          like slaves. The Cuban peo-
        
        
          ple had no political rights.
        
        
          Laws came from Spain, and
        
        
          the island’s wealth was re-
        
        
          turned to
        
        
          La Madre Patria
        
        
          —
        
        
          the Motherland. José, even
        
        
          as a young person, believed
        
        
          Cuba would have to separate
        
        
          from Spain if they were to rid
        
        
          the country of slavery and
        
        
          give the people of Cuba the
        
        
          democratic rights to deter-
        
        
          mine their own leaders and
        
        
          laws.
        
        
          José was only 16 when
        
        
          the Cuban Ten Years’ War
        
        
          for independence broke out.
        
        
          He was excited to support
        
        
          the nationalist fight, and he
        
        
          knew how to inspire others
        
        
          to join the cause. He knew,
        
        
          also, how to write.
        
        
          He was only a teenager,
        
        
          but he could move people
        
        
          with powerful poems and
        
        
          José Martí nació en La Haba-
        
        
          na, Cuba en 1853. Sus padres
        
        
          lo inscribieron en una escuela
        
        
          progresista para niños, cuyo
        
        
          director creía valioso enseñar
        
        
          a sus estudiantes justicia e
        
        
          igualdad para todos, espe-
        
        
          cialmente los pobres. José y
        
        
          sus amigos aprendieron bien
        
        
          esas lecciones. Aquellos ado-
        
        
          lescentes estaban enojados
        
        
          con el sistema esclavista de
        
        
          Cuba y con una sociedad de
        
        
          clases que daba  a los ricos
        
        
          derechos y privilegios que
        
        
          los pobres nunca conocerían.
        
        
          Cuba era territorio de
        
        
          España. Los ciudadanos es-
        
        
          pañoles eran sólo el 8% de
        
        
          la población en Cuba, pero
        
        
          eran dueños de un enorme
        
        
          90% de las riquezas: de la
        
        
          tierra, de esclavos africanos
        
        
          traídos a trabajar en las plan-
        
        
          taciones y de los campesinos,
        
        
          a quienes obligaban a traba-
        
        
          jar como esclavos. El pueblo
        
        
          de Cuba no tenía derechos
        
        
          políticos; las leyes venían de
        
        
          España y las riquezas de la
        
        
          isla eran enviadas a la “Madre
        
        
          Patria”. José, aunque era sólo
        
        
          un joven, creía que Cuba
        
        
          tendría que separarse de Es-
        
        
          paña si quería suprimir la es-
        
        
          clavitud del país y otorgar al
        
        
          pueblo derechos democráti-
        
        
          cos para elegir a sus propios
        
        
          líderes y leyes.
        
        
          José tenía sólo 16 años
        
        
          cuando comenzó la Guerra
        
        
          de los Diez Años por la in-
        
        
          dependencia de Cuba. Lo
        
        
          emocionaba apoyar la lucha
        
        
          nacionalista y sabía cómo in-
        
        
          spirar a otros para unirse a la
        
        
          causa. Y sabía, también,  es-
        
        
          cribir.
        
        
          Sólo era un adoles-
        
        
          cente, pero pudo conmover
        
        
          a la gente con poemas po-